*Esta generación tiene la tarea de forjar un auténtico Estado de derecho que reasuma el monopolio de la disuasión y la pacificación de los conflictos sociales, afirma
El senador panista Roberto Gil Zuarth aseguró que la tragedia de los estudiantes de Ayotzinapa recordó a los mexicanos la fragilidad de nuestra institucionalidad en seguridad, reveló que no hemos completado la construcción del Estado y que enfrentamos la expansión de la violencia criminal con instituciones creadas para el control de los ciudadanos, no para su protección.
Al presentar el segundo informe de labores de la Comisión de Justicia, que preside, afirmó que “forjar un auténtico Estado de derecho supone reasumir el monopolio de la disuasión, de la coacción y de la pacificación última de los conflictos sociales”.
Agregó que la nueva realidad criminal le disputa al Estado ese monopolio con dinero, armas, control territorial, cobertura institucional y en algunos casos con legitimación social.
Por lo anterior, dijo, la tarea del Estado de derecho debe ser el restablecimiento oportuno de un equilibrio entre derechos, que es mucho más que la aplicación de un castigo a una conducta reprobable.
“Así, disuasión, efectividad coercitiva y pacificación son los contornos del Estado de derechos que debemos que construir. Un Estado de derechos que es impensable en el contexto de impunidad generalizada que provoca la corrupción”, añadió.
Gil Zuarth sostuvo que “nuestras policías son pocas, débiles y fragmentadas” y que “el vínculo de confianza entre el ciudadano y las policías simplemente no existe”.
Por mucho tiempo --apuntó-- hemos tolerado la infiltración del crimen en las instituciones de seguridad y de justicia bajo la lógica del mal menor o la ingenua idea de que es la única vía para mantener cierto control sobre la criminalidad. Hemos asimilado la razón de Estado por encima de la razón de los derechos, por la debilidad o la ausencia de autoridad”.
En este sentido, se pronunció por “reformar y fortalecer nuestros aparatos de policía para que el Estado se haga presente y eleve los riesgos a quienes pretendan cometer un ilícito”.
“Debemos aumentar la eficacia del poder coercitivo del Estado, pero no bajo la lógica simplista del castigo, sino bajo el paradigma de la reparación del daño que hace de la víctima el fin último del reproche penal. Debemos dejar de ver a la justicia desde la mirilla de lo penal”, señaló.
De esta forma, el legislador subrayó que “justicia que pacifica no es sólo la que sanciona un delito, repara un daño, sino la que repone a una madre la custodia de sus hijos, la que corrige el abandono de un niño y le crea un entorno afectivo, la que hace valer un contrato, la que recupera el goce de la propiedad o resuelve el diferendo de convivencia entre vecinos”.
Al finalizar su mensaje, Gil Zuarth indicó que la construcción de un Estado de derechos, en el que el ciudadano pueda ejercer a plenitud cada una de sus libertades, “no es tarea de un solo hombre, no es de un gobierno, no es de un partido, o de un puñado de representantes”.
Por el contrario, agregó, “es el deber de una generación que no se puede quedar pasmada frente a la violencia criminal ni atada a las inercias del pasado, es el deber de esta generación que recibió el legado democrático y que está obligada a heredar instituciones sólidas que preserven la cohesión social, la generación que tiene la oportunidad convertir el dolor en una nueva esperanza”.
Durante la presentación del informe, que se llevó a cabo en la vieja casona de Xicoténcatl, Gil Zuarth estuvo acompañado por el magistrado Edgar Elías Azar, presidente del Tribunal Superior de Justicia del DF; el ministro de la Suprema Corte de Justicia, Alberto Pérez Dayán; el Presidente del Senado, Miguel Barbosa Huerta; y de las senadoras secretarias de la Comisión de Justicia, Arely Gómez González y Angélica de la Peña Gómez.
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