Es necesario contar con una Ley de Federal de la Juventud que impulse un modelo adecuado que proteja a los jóvenes y garantice su óptimo desarrollo en los entornos económico, político, psicológico, social y cultural, afirmó el senador panista Daniel Ávila Ruiz.
La creación de dicha ley sería una oportunidad del gobierno y la sociedad para sacar a los jóvenes del rezago, del olvido, de la invisibilidad y de la carencia de oportunidades en las que se encuentran inmersos, aseguró.
“Tenemos que aprovechar el potencial que representa el bono demográfico que alcanzará su máximo histórico en los próximos 10 años, y que significa para México la oportunidad de desarrollo más grande hacia los próximos 20 años”, indicó.
Expuso que no existe un marco jurídico que verdaderamente garantice el desarrollo integral de los jóvenes.
El único instrumento jurídico que tenemos a nivel federal data de 1999, con la publicación de la Ley del Instituto Mexicano de la Juventud, a través de la cual se pretende dar respuesta a las necesidades de los jóvenes, recordó.
Sin embargo, mencionó, se queda sólo en un intento pues su contenido es más bien de carácter orgánico y regulatorio, sin establecer la forma de garantizar las necesidades más básicas como la salud, la educación, el empleo, el deporte, la cultura, la información y su participación social, ni contempla las bases que fortalezcan al Ejecutivo para diseñar una política eficaz.
Aseguró que las instituciones de la administración pública federal, como responsables de formular la política de juventud para impulsar su desarrollo integral, requieren de una verdadera política para lograr avances importantes para este sector.
“Basta revisar brevemente el contexto social en el que se encuentran, para darse cuenta de la gravedad del problema en que se encuentra los jóvenes, ya que de los 112 millones 336 mil 538 personas que, en promedio, componen la población total de nuestra sociedad, poco más de 35 millones son jóvenes de entre 12 y 29 años de edad”, precisó.
Ávila Ruiz señaló que desafortunadamente la historia por la que han transitado este sector ha estado marcada por obstáculos y dificultades sociales que no sólo han limitado su desarrollo integral, sino que los tienen en un estado de rezago que día con día se incrementa y ante el cual se corre el riesgo de un cambio social en perjuicio de la estabilidad de nuestro país.
“Tan sólo en educación y empleo, 8 millones de jóvenes no estudian y no trabajan; de éstos, 2 millones son migrantes, un millón cuenta con trabajos no registrados, como el subempleo con bajos salarios, carencia de prestaciones sociales, falta de seguridad laboral y perspectivas de mejora laboral negativas”, abundó.
Unos 119 mil jóvenes, prosiguió, están en los reclusorios, y el resto, poco más de 4 millones, expuestos a las redes del crimen organizado bajo la esperanza de obtener prosperidad.
“Los jóvenes por su condición particular representan un potencial humano que los hace formadores de cambios sociales y actores estratégicos para el desarrollo de cualquier sociedad; en nuestro país, los jóvenes mexicanos representan el 33 por ciento del total de la población, y constituyen uno de los motores más importantes para el desarrollo”, concluyó.

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