El Senado de la República otorgó hoy post mortem la Medalla Belisario Domínguez al ex marino e ingeniero Gonzalo Miguel Rivas Cámara, en sesión solemne en la que la senadora Sonia Mendoza Díaz afirmó que, con ello, se reconoce a un héroe “de carne y hueso”, a un mexicano que en un acto de heroísmo, aún con el peligro o la seguridad de perder la existencia, supo cumplir con el deber imprescindible que le dictó su conciencia.

A propuesta del Grupo Parlamentario del Partido Acción Nacional (PAN), la presea se entregó Rivas Cámara, quien a costa de su vida salvó a cientos de personas en el incendio de una gasolinera en Chilpancingo, Guerrero, en 2011.

Mendoza Díaz, secretaria de la Comisión de la Medalla Belisario Domínguez, recordó que el galardonado formó parte de la Marina, institución en la estudió la carrera de Ingeniería en Sistemas y obtuvo el grado de Teniente de Fragata.

“Al laurear a Rivas Cámara, también rendimos homenaje a la Marina Armada de México que forma a sus elementos con los valores de ayuda y sacrificio por los demás”, subrayó.

En la ceremonia, en la que estuvo presente el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, la senadora por San Luis Potosí expuso que es necesario destacar todas aquellas conductas, grandes y pequeñas, que nos hacen confirmar la bondad y amor hacia nuestros semejantes.

“La medalla fue instituida para reconocer a los mexicanos excepcionales; queremos así subrayar que en tiempos de heroísmo el gesto de Gonzalo Rivas es digno de ser reconocido como ejemplo. Siempre ha sido otorgada a políticos, intelectuales, artistas y empresarios. Este año reconocemos a un ciudadano que sacrificó su vida para salvar la vida de otras personas”, dijo.

“Con la entrega de esta distinción, los senadores no tienen intención alguna de provocar polémica y, mucho menos, de desvirtuar la causa o movimiento social de ningún grupo. No hay política detrás de la decisión, como tampoco lo hubo en la acción de Gonzalo Rivas”, expuso Mendoza Díaz.

La medalla fue recibida por la madre de Gonzalo Rivas, la señora Clitia del Socorro Cámara Murillo. El Teniente de Fragata, Iván Rivas Cámara, dirigió en tribuna unas palabras en homenaje a su hermano.

En el recinto legislativo estuvieron presentes las hijas de Gonzalo Miguel Rivas Cámara, entre otros familiares.

A la vieja casona de Xicoténcatl, donde se llevó a cabo la ceremonia, asistieron integrantes del Grupo Parlamentario de los senadores del PAN, encabezados por su coordinador, Fernando Herrera Ávila.

En el presidium estuvieron presentes, además del presidente Peña Nieto, la madre de Gonzalo Rivas, Clitia del Socorro; el ministro Eduardo Medina Mora, en representación la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN); Javier Bolaños Aguilar, presidente de la Cámara de Diputados, y el presidente del Senado de la República, Pablo Escudero Morales.

Asistieron, también, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong; el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera; el comisionado presidente de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, Julio Antonio Hernández Barros; el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello, y el presidente municipal de Comitán, Mario Guillén Guillén, entre otros. 

 

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24 de noviembre de 2016

* Versión del discurso de la senadora Sonia Mendoza Díaz, durante la sesión solemne del Senado de la República para entregar post mortem la Medalla de Honor Belisario Domínguez, correspondiente al año 2016, al ciudadano Gonzalo Miguel Rivas Cámara

Licenciado Enrique Peña Nieto, Presidente de la República.

Ministro Eduardo Medina Mora, en representación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Senador Pablo Escudero Morales, Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores.

Diputado Edmundo Javier Bolaños Aguilar, Presidente de la Cámara de Diputados.

A la familia del señor Gonzalo Miguel Rivas Cámara; especialmente a la señora Clitia Cámara Murillo, madre del galardonado, quien nos acompaña en este presídium.

Compañeras y compañeros senadores; invitados especiales, autoridades que nos acompañan y público en general. 

Nuestro tiempo está marcado por acontecimientos intempestivo. Algunos sociólogos nombran la modernidad que vivimos como “tiempos líquidos”.  Su característica fundamental, es que las dinámicas sociales son cada vez más complejas y evolucionan de forma flexible y cambiante ante instituciones que intentan dirigir el sentido del futuro, mientras ellas mismas están inmersas en esos procesos de profunda transformación social.

“Y sin embargo se mueve” habría dicho Galileo después de ser obligado a abjurar en el Siglo XVII; y los hombres y mujeres del presente, bien podríamos complementar diciendo: “sí, y cada vez se mueve más rápido”.

La tecnología, la comunicación, la cultura, las nuevas tendencias artísticas, e incluso la economía y la política experimentan procesos incesantes de cambio. Hoy como nunca, los seres humanos tomamos decisiones con grandes franjas de incertidumbre e impredecibilidad.

Frente a una vida que constantemente nos confronta con sus dilemas, la gran pregunta es: Si el signo constante de nuestra modernidad es el cambio, ¿cuáles deberían ser los valores y cuáles los principios inmutables, que sirvan de referente para aquello que el filósofo prusiano Emanuel Kant llamaba “una norma universal de conducta”?

¿Qué ejemplos de comportamiento debemos reivindicar como deseables?, para una sociedad que como la mexicana, aún estando dolorosamente acicateada por flagelos como la corrupción, la inseguridad o la pobreza, es capaz de mantener su convicción en la legalidad, la unión, y la esperanza de una vida mejor para sus hijos.

Si ello es posible, lo es porque en la memoria de muchos mexicanos sobreviven los ejemplos de entrega y abnegación de otros compatriotas, que desprendiéndose de todo interés o cálculo, han realizado actos extraordinarios de solidaridad, sacrificio o defensa de sus ideales.

Esas y esos que con valentía han predicado en carne propia que la forma más eficaz de cambiar el mundo, es hacer cuanto sea posible para cambiar la vida de las personas que están alrededor. 

Ante los ingentes tiempos que vivimos, bien vale la pena volver a los mexicanos de pensamiento universal que como Don Belisario Domínguez Palencia, respondieron con hechos y no con palabras, a la pregunta con la que ha comenzado mi disertación: ¿Es posible que una acción decidida, encarne los valores éticos que nos den sentido y preserven como cuerpo social? El hijo pródigo de Comitán nos dio la respuesta, en el legendario discurso contra Huerta del 17 de septiembre de 1913: “Un supremo esfuerzo puede salvarlo todo. Cumpla con su deber la representación nacional y la patria está salvada y volverá a florecer más grande, más unida y más hermosa que nunca (…) La patria os exige que cumpláis con vuestro deber, aún con el peligro y aún con la seguridad de perder la existencia (…) Vuestro deber es imprescindible, señores, y la patria espera de vosotros que sabréis cumplirlo”.

Éste es justamente el propósito y la misión de que el Senado de la República le ha dado a la presea Belisario Domínguez.

Hoy entregaremos la medalla Belisario Domínguez a un mexicano que en un acto de heroísmo, aún con el peligro o la seguridad de perder la existencia, supo cumplir con el deber imprescindible que le dictó su conciencia.

Le corresponde a esta Asamblea, sede de la representación nacional, honrar esa conducta que ha dado lección irreprochable de amor a sus semejantes y de una valentía formidable.

Al ofrendar su vida para proteger la de otros, Gonzalo Miguel Rivas Cámara demostró ser un hombre íntegro, al que la vida le colocó sobre los hombros, el colosal peso de decidir ponerse a salvo, o salvar a los demás aún a costa de perder la existencia. Eligió lo segundo, y al hacer visibles y reivindicar las lecciones de su sacrificio, estoy segura que la patria será un poco más, como quería Belisario Domínguez: “más grande, más unida y más hermosa que nunca”.

La medalla Belisario Domínguez fue instituida para reconocer a mexicanas y mexicanos excepcionales que se han distinguido por sus altos valores y por su labor en beneficio del país.

Queremos así subrayar que en tiempos de egoísmo e irritación, el gesto de Gonzalo Rivas es de un mexicano sencillo, padre de familia, responsable como la mayoría de nuestro país, es digno de ser reconocido como ejemplo.

La presea, ha sido otorgada siempre a políticos, intelectuales, profesionistas, o empresarios. En esta ocasión, sin embargo, será entregada a un ciudadano que en un determinado momento de su vida, fue capaz de un sacrificio heroico: arriesgar su propia vida para evitar la muerte de muchas personas.

Al hacerle entrega del mayor reconocimiento del Senado de la República, estamos subrayando el profundo sentido de dignidad humana, de su noble gesto, y debe ponerse en perspectiva que jamás ha sido intención de esta Asamblea controvertir o desdorar ningún movimiento y ninguna causa social.

Al conferir este galardón, reconocemos el arrojo que muchas y muchos mexicanos han sentido en distintos momentos de sus vidas, y especialmente de aquellos, en cuyo corazón anidó el sentimiento más genuino y desinteresado que puede existir: servir a nuestra patria o a la humanidad.

Por supuesto que admitimos que esa “vocación generosa entrega a los demás”, puede adquirir diferentes formas, expresiones, tonos o significados.

En algunos hombres y mujeres, esa constancia de filantropía arrebatada, puede ser a través del arte, la ciencia, el trabajo social o la construcción de instituciones, pero indudablemente también puede ser a través del sacrificio o el heroísmo y éste es el caso.

El debate y el disenso son consustanciales a toda sociedad democrática, pues a medida que nuestra pluralidad se ensancha, las unanimidades se tornan casi imposibles.

Algunas voces tratan de quitar mérito a Gonzalo Rivas elucubrando si habría alguna otra manera de evitar la conflagración; si efectivamente el colapso ocurriría; o si la magnitud del daño tendría la devastadora proporción que algunos expertos han pronosticado.

No podemos evitar que desde el confort de la pura reflexión abstracta, quien lo desee pueda construir todo un castillo de escenarios. Pero lo absolutamente incontrovertible, es que Gonzalo Rivas no hizo esos elaborados ejercicios de prospectiva, y quizá no pudo, porque la urgencia de la situación solo le ofreció dos posibilidades: actuar como lo habría hecho cualquiera, o hacerlo como solo lo haría un héroe.

Él eligió lo segundo, y este es el reconocimiento que hoy le hacemos a su memoria, y a su familia aquí presente.

Un héroe de carne y hueso, fue nuestro condecorado, quien el 12 de diciembre de 2011 se encontraba en su oficina, una gasolinera de Chilpancingo, cuando inició el fuego en una de las bombas despachadoras de gasolina como resultado de un enfrentamiento entre policías y estudiantes.

De acuerdo con sus compañeros de trabajo, mientras todos corrieron a ponerse a salvo, Gonzalo buscó un extinguidor para controlar el incendio.

Si bien logró impedir que se extendiese a los depósitos de gasolina, el fuego alcanzó el contenedor de plástico dejado junto a la bomba, que, al derretirse ocasionó una llamarada que lo alcanzó provocándole el 80 por ciento de quemaduras de tercer grado en su cuerpo.

Esta acción admirable le costó la vida tres semanas después.

Valiente y comprometido fue Gonzalo Rivas, quien antes de llegar al estado de Guerrero, en su natal Veracruz, formó parte de la Marina donde estudiaría la carrera de Ingeniería en Sistemas y donde llegó al grado de Teniente de Fragata.

Es importante resaltar este dato, pues es sabido que quienes estudian en las escuelas de esa loable institución se caracterizan por su noble comportamiento y actuación desinteresada. Es debido a la formación recibida que se rige de acuerdo con valores y principios, que su comportamiento los lleva a dar lo mejor de sí.

Al laurear a Gonzalo Rivas, también rendimos homenaje a la Marina Armada de México que forma a sus elementos con los valores de ayuda y sacrificio por los demás y a Gonzalo Rivas, una persona formada con esos valores, educada en un ambiente donde se estimula el altruismo, la generosidad y la solidaridad.

Señoras y señores senadores: hoy estamos dando reconocimiento a un acto de heroísmo incuestionable.

No hay política detrás de la decisión, como tampoco la hubo en la acción desinteresada de Gonzalo Rivas. Pero hay en la segunda un profundo significado de la virtud cívica, eso a lo que Mario Vargas Llosa apeló cuando escribió su fantástica novela “El héroe discreto”.

Esa fascinante hidalguía ciudadana de la que es capaz un hombre en un momento de grave riesgo, es la misma que distinguió a los miles de “héroes discretos” que salvaron a tantos durante el sismo de 1985, o a Belisario Domínguez para predicar aquello que salvaría a la Patria aunque significara para él perder la vida.

En todos y cada uno de esos actos está presente el espíritu desprendido que aquel 12 de diciembre de 2011 inspiró a Gonzalo Miguel Rivas Cámara a cargar en sus hombros el peso de salvar a quienes probablemente ni siquiera se enterarían de su sacrificio.

En este país, en el que se cometen muchos hechos condenables por su crueldad y su violencia, es preciso destacar todas aquellas conductas, grandes y pequeñas que nos hacen confirmar la bondad y amor hacia nuestros semejantes.

Todos los días, hay vidas que se salvan por la acción desinteresada de hombres y mujeres de bien, que anónima y desinteresadamente, se desprenden de lo que tienen, a veces en situaciones de peligro, se desprenden de su propia vida para proteger o para hacer mejor la vida otros seres humanos.

Vaya para todas las personas que así se comportan un mensaje de agradecimiento y solidaridad. La medalla para Gonzalo Rivas es una forma genuina de honrar a todas y todos aquellos que han sido capaces de actos heroicos sin esperar nada a cambio.

Por mi conducto, las y los senadores de la República hacemos votos porque este tipo de actos estimulen la confianza de que a hacer algo por otro ser humano, lo hacemos por toda la humanidad. 

Que sirva esta entrega de la Medalla Belisario Domínguez al “Héroe de Chilpancingo”, como ya es conocido, para fortalecer los debilitados lazos de unión y fraternidad de los mexicanos.

La Medalla Belisario Domínguez para Gonzalo Miguel Rivas Cámara reviste una enorme trascendencia moral, ética y humana.

Creer en lo mejor del ser humano, es hacer del humanismo una realidad.

Quisiera concluir con las palabras del gran filosofó Jacques Maritain cuando dijo:

“¡Claro que puede haber un humanismo heroico! Un humanismo desprendido y consciente de sí mismo, que conduzca al hombre al sacrificio y a una grandeza verdaderamente sobrehumana. Porque entonces el dolor humano abre los ojos y es soportado con amor, no en la renuncia a la alegría, sino en una mayor sed y desbordamiento de alegría”.

El de Gonzalo Rivas fue indudablemente un humanismo heroico.

Muchas gracias.

 

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