Versión estenográfica de la inauguración del foro “La relación México-Estados Unidos. Diagnóstico electoral y prospectiva”, que organizó la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de la República.

SENADORA GABRIELA CUEVAS BARRON: Buenos días a todas y a todos.

 

Senador Roberto Gil Zuarth. Gran amigo, Antonio Villaraigosa, nos da muchísimo gusto tenerte en este Senado de la República, bienvenido.

 

Embajadores, cuerpo diplomático que nos acompañan. Amigos, panelistas, amigos que también nos acompañan en este tema tan interesante, tan vigente y del que curiosamente poco se ha hablado en nuestro país.

 

Podríamos hacer mención de cifras que dejan muy clara la relación tan estrecha entre México y los Estados Unidos. Podríamos hablar de las cifras, por ejemplo, del Woodrow Wilson Center, donde 6 millones de empleos en los Estados Unidos dependen de las exportaciones a México o también de las cifras, que incluso son más altas, donde la Cámara de Comercio de Estados Unidos dice que no son 6 millones, sino 14 millones de empleos los que dependen directamente del comercio con México.

 

O podríamos también hablar del 8 por ciento del Producto Interno Bruto estadounidense, al que contribuyen las manos de mexicanos o descendientes de mexicanos.

 

O también podríamos decir que la frontera entre México y Estados Unidos es la frontera más transitada del mundo, con cerca de un millón de cruces diarios. Cincuenta por cierto de norte a sur y el otro, obviamente de sur a norte.

 

O también podríamos hablar de cómo los flujos netos migratorios en los últimos casi cuatro años, han sido prácticamente de cero.

 

O también una cifra muy conocida, pero muy reveladora, que es cómo nuestro comercio es de más de un millón de dólares por minuto.

 

Sin embargo, lo que está en juego en la elección en Estados Unidos ya no solamente se trata de México, de China, de las mujeres o de los musulmanes: hoy la elección en Estados Unidos se trata de las libertades; se trata del pluralismo, curiosamente las libertades y el pluralismo, que son las fortalezas más importantes de Estados Unidos. Todo lo contrario a lo que representa Donald Trump.

 

Un país abierto, libre, incluyente a la diversidad, construido por minorías culturales y religiosas; políticas y sociales. México debe mantener su confianza en que ese espíritu de libertad va a prevalecer, frente a las voces que quieren construir muros y callar bocas.

 

En esta ocasión, por primera vez México está en el centro del debate. En esta ocasión no pueden negarnos, no pueden hacer a México a un lado; el problema es que estando México en el centro del debate no es para hablar bien de México.

 

Y frente a la crítica a México y a los mexicanos, donde pretenden etiquetarnos como delincuentes, el silencio o la tibia micro respuesta del Gobierno Mexicano ha sido la única respuesta.

 

Se invierte en películas, como aquella del “007”, pero no se invierte en la promoción de México en donde más nos importa: en el primer destino de nuestros productos, en el primer destino de nuestros estudiantes, en el primer destino de nuestros connacionales. Necesitamos un gobierno activo, audaz, un gobierno donde el silencio que ha sido una pésima estrategia, quede atrás; un gobierno que en ese silencio no sea cómplice de Donald Trump.

 

Necesitamos, insisto, un gobierno activo, audaz, capaz de hacer que se hable bien de México, dentro y fuera de nuestras fronteras.

 

También muy importante, necesitamos apoyar la organización de los hispanos y sobre todo de los mexicanos. Ayudar y quede plena consciencia clara del poder que tienen, es muy clara la fuerza que tienen para la vida diaria de los Estados Unidos; sin embargo, en tanto este poder no se traduzca en registrarse para votar y en efectivamente ir a votar, gente como Donald Trump seguirá siendo impune, seguirá sin sanción al odio y a la violencia que ha generado.

 

Y también muy importante, desde este Senado de la República haremos un exhorto a nuestras contrapartes en Estados Unidos, porque hoy, insisto, no se trata solamente de mexicanos, chinos, mujeres o musulmanes; se trata de las libertades, se trata del pluralismo. Esas libertades y ese pluralismo que por primera vez desde hace muchísimos años, puede estar en riesgo.

 

La labor de nosotros los senadores es defender la diversidad, es defender la libertad, la pluralidad y esa, insisto, es la principal riqueza que ha tenido Estados Unidos.

 

La discriminación, la violencia, el odio sólo traerán, como ya empezaron a llevar, más odio y más violencia. La defensa de las libertades y el pluralismo no debe distinguir fronteras.

 

Desde este Senado de la República seguiremos alzando la voz, muy orgullosos de ser mexicanos y esperando que esta voz se oiga y se siga oyendo más allá de las fronteras de nuestro país.

 

Bienvenidos al Senado de la República.

 

PRESENTADORA: Muchas gracias, senadora.

 

Procedemos ahora a escuchar el mensaje del exalcalde de la ciudad de Los Ángeles, California, Antonio Villaraigosa.

 

ANTONIO VILLARAIGOSA: Muchas gracias por la invitación a estar aquí con ustedes.

 

Estuve afortunadamente aquí en Guadalajara y me hicieron la invitación creo que el sábado, pero qué honor estar aquí con ustedes y gracias, senadora Cuevas, y señor presidente, por esta invitación.

 

Hay académicos aquí que son mucho más capaces que yo, pero yo te voy a dar mi perspectiva después de 47 años de luchar como activista, como político, presidente de la Asamblea estatal, alcalde de Los Ángeles.

 

La verdad y lo dije esto en la FIL, en noviembre, sé que muchos mexicanos se han fijado en el comentario y las acciones de Trump, de una manera que realmente le da una significancia de una candidatura como esta. Lo que le dijo a la gente: mira, desde el fin de la guerra México-americana, hemos tenido americanos que hablan así del mexicano.

 

Yo me crié en un hogar de habla inglesa, mi abuelito vino a los Estados Unidos hace cien años, la verdad en la década de los 50’s cuando estuve aquí creciendo en los Estados Unidos, la verdad es que mucha gente hablaba así. Ahora tenemos un candidato que está corriendo para la Presidencia, que está hablando abiertamente de esta manera; pero esto no es algo nuevo para muchos de nosotros que vivimos en los Estados Unidos.

 

Segundo, quiero decir que la verdad es que lo que está pasando en los Estados Unidos no es único, hablando de la candidatura no nada más de Trump, porque muchos mexicanos se enfocan mucho en Trump, pero Cruz está ahí al lado de él. Rubio no está un poco lejos.

 

La verdad es que este partido ha llegado a una extrema derecha que no hemos visto en mucho tiempo, están hablando abiertamente de las cosas que han dicho y que políticamente lo han hecho durante los años.

 

Pero diciendo eso, Estados Unidos está sufriendo la misma cosa que están sufriendo en Europa, y vemos que lo que está pasando es que más y más, hay una frustración con la política; más y más en el mundo occidental hay una frustración con el Estado económico.

 

Mi abuelito vino de León Guanajuato a los Estados Unidos por una razón: Aquí en México había rico y pobre. Fue un país donde había una gran clase media. Esa clase media se está disminuyendo enfrente de nuestros ojos. La verdad es que mucha gente está sufriendo.

 

Y Trump está haciendo lo que están haciendo otros políticos en Europa. Lo hemos visto históricamente; lo hicieron en los 30’s durante un tiempo muy duro económicamente donde políticos trataron de dividir a la gente, trataron de asustar a la gente de los cambios demográficos y culpando a un grupo de personas.

 

En este sentido, como dijo la senadora, no nada más se está enfocando en el mexicano sino también en el musulmán, en la mujer, en la gente con dishabilidades. La verdad es que está tratando de cerrar las puertas en una manera que hemos visto varias veces.

 

Es diferente, por ejemplo, de Romney. Ha llegado hasta más a la extrema, porque Romney dijo: “Estoy a favor de la autodeportación de 11 millones de personas”, y recuerden los académicos que están aquí, ningún país ha deportado 11 millones de personas que tienen cinco millones de hijos ciudadanos americanos, de descendencia mexicana o latina pero son americanos, y la verdad es que vemos que él está planteando que deberíamos forzar la deportación en la manera en que lo hicieron en los 50’s.

 

Los académicos y los históricos te lo pueden decir, que en los 50’s, en 1954 deportaron un billón de mexicanos y muchos de ellos ciudadanos americanos, no extranjeros, no indocumentados. Él está hablando de una deportación forzada que no hemos visto en los Estados Unidos ni en ningún país que conozco yo.

 

Y la verdad es que lo que está planteando, como te dije, no es tan diferente de lo que está planteando Cruz, yo creo que es una amenaza no nada más a las relaciones entre México y los Estados Unidos, es una amenaza a nosotros que vivimos en los Estados Unidos, porque entendemos muy bien que esta gente que viene a los Estados Unidos son gente trabajadora, gente que han contribuido mucho.

 

Ustedes ya saben que el mercado latino es hasta más grande que México. El mercado latino en los Estados Unidos es hasta más grande que México, entonces esta gente ha contribuido mucho.

 

En Los Ángeles, por ejemplo, durante el tiempo cuando yo fui alcalde, 44 por ciento de los negocios fueron fundados por personas de países extranjeros, la mayoría latinos. Entonces esta gente ha contribuido mucho.

 

Segundo, es una manifestación del nigelismo, ¿se dice nigelismo?, nihilismo, gracias embajador, nihilismo que vemos esta frustración, como te dije, que vemos no nada más en los Estados Unidos pero también en México, y yo creo que hay soluciones:

 

Uno, al principio aquí y allá todos lo vieron a Trump como un chistoso o como un payaso. Todos dijeron: “Ah, pues uno no va a correr; si corre va a salir inmediatamente. Es para su fama, es para su ego, no es para algo serio”, pero todos hemos fallado, porque la verdad es que no nada más es candidato serio, aunque su política no es seria, la verdad es que se ve más y más probable que Donald Trump va a ser el candidato para un partido que ya no es ni el partido de Reagan, se han ido tanto a la derecha que es un partido que en mi tiempo no he conocido.

 

Nadie en mi país viendo, soy demócrata y fue el Jefe de la Convención Demócrata, pero no estoy hablando como demócrata ahora, estoy hablando como alguien que ve a ese partido y las posiciones que han tomado, no nada más a la migración, que ha llegado más y más a la derecha.

 

¿Qué deberíamos hacer?

 

Yo sé que hay un debate aquí. Ustedes, algunos han dicho, se han criticado que no han hecho suficiente para enfrentar a Trump, pues es como si yo tratara de enfrentar a uno de sus candidatos.

 

Yo no tengo el deber, la responsabilidad de enfrentarme con sus políticos con quien no estoy en acuerdo, aunque hasta he tenido algunos argumentos con políticos de México cuando yo apoyé a uno de sus candidatos que llegó a la presidencia, y dijeron: “¿Cómo lo podías hacer? Tú eres del centro de izquierda, ¿cómo puedes apoyarlo?”. Le dije: “Los mexicanos votaron para él, yo tengo que apoyarlo.

 

La verdad es, ustedes no pueden hacer algo concreto para enfrentar a Trump.

 

¿Qué podemos hacer juntos?

 

Yo he planteado por años y décadas, lo que está pasando en los Estados Unidos es que el mexicano muchos de ellos creen que van a regresar.

 

¿Conocen esa canción “Mi viejo San Juan”?

 

Piensen de México, de Guerrero, de Michoacán, de Jalisco, de Nayarit, de Sinaloa y creen que van a regresar a su patria, que van a regresar a su tierra. La verdad es que la mayoría se van a quedar,

 

¿Por qué? Porque están comprando casas, porque han fundado negocios, porque sus niños y sus nietos están.

 

Tú sabes, yo soy abuelito, hasta bisabuelo. Cuando tienes los nietos quieres estar con ellos, ¿no?

 

No van a regresar.

 

¿Qué deberíamos hacer?

 

En estos momentos, y lo he dicho públicamente en los Estados Unidos, le digo al mexicano: Mira, ¿por qué habla de la manera en que habla Trump? ¿Por qué hacen las cosas que hacen los republicanos? Porque el mexicano no vota. Es el grupo étnico que vota menos que cualquier otro grupo casi.

 

La verdad es que creen que van a regresar, no regresan, muchas veces se hacen ciudadanos, no se registran a votar, si están registrados no llegan a las urnas.

 

Entonces hacen la pregunta ¿por qué Trump? Por qué se pueden hacer esas cosas, porque no hay consecuencias, porque creen que puede decir estas cosas y nada le va a pasar ni a él ni a su partido.

 

Entonces, somos 54 millones de personas, somos el grupo creciendo más en los Estados Unidos. Cuando yo fui alcalde de Los Ángeles, fui el presidente de todos los alcaldes entonces y entonces cuando yo fui alcalde en Los Ángeles 48 por ciento es latina, 85 por ciento de ellos de origen mexicano.

 

Los votantes, cuando corría el 2001, 22 por ciento del electorado. Ahora 28 por ciento del electorado votan como si fueran 18 por ciento del electorado.

 

Entonces tenemos que yo creo, allá y acá, empujar al mexicano a ir a las urnas, hacerse ciudadano, aprender el inglés, educarse, ir a las urnas, votar en contra de cualquier político que esté en contra de sus intereses.

 

Yo creo que esa sería una cosa concreta que podríamos hacer, porque la verdad eso es bueno, no nada más para el mexicano, es bueno para los Estados Unidos.

 

Si vemos un grupo tan grande creciendo en la manera que estamos creciendo, sin impacto casi de nada políticamente, esa es una seguridad y la verdad es que no es saludable para nuestra democracia.

 

Entonces, me dieron 15 minutos y creo que estoy de 12, para terminar lo que digo es esto: con toda probabilidad Trump va a ser el candidato y si era Cruz no hay gran diferencia.

 

Ese partido ha ido a la derecha extrema. Cuando hablamos de muros, yo vine aquí en 2007 a conocer al presidente Calderón, vine y dije cuando el presidente Obama votó para un muro, llegué aquí y dije que queremos puentes no muros.

 

Desafortunadamente no soy el Papa y nadie me escuchó, pero la verdad es que México y los Estados Unidos tienen una oportunidad de tener gran relación, especialmente con el crecimiento de la población mexicana en los Estados Unidos, pero tenemos mucho trabajo qué hacer.

 

Ustedes también tienen que cumplir con sus cosas. He dicho muchas veces que la cuestión migratoria no es cuestión solamente de los Estados Unidos y yo no te tengo que dar lectura. Ustedes saben que también el tratamiento del inmigrante de Centroamérica no es bonito, lo sabemos.

 

Entonces, tenemos muchas cosas qué hacer, pero creo que la cosa más importante es empezar esa promoción al mexicano que ha llegado el tiempo de participar a un nivel que no hemos hecho en el pasado.


Muchas gracias y estoy pendiente de escuchar a la gente más inteligente que yo.


Muchas gracias.

 

PRESENTADORA: Muchas gracias al ex alcalde Villaraigosa.

 

Esta mañana saludamos y damos la bienvenida al senador Juan Carlos Romero Hicks, presidente de la Comisión de Educación.

 

También queremos saludar a la senadora Sonia Rocha Acosta, secretaria de la Comisión de Asuntos Indígenas y al senador Héctor David Flores Ávalos.

 

Sean todos ustedes bienvenidos.

 

A continuación es momento de escuchar el mensaje del presidente del Senado de la República, Roberto Gil Zuarth.

 

SENADOR ROBERTO GIL ZUARTH: Muy buenos días tengan todos ustedes.

 

Quiero agradecer a nombre del Senado de la República, al Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales su participación en la organización convocatoria de este evento, por supuesto nuestro reconocimiento a la presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores, a la senadora Gabriela Cuevas.

 

Quiero también agradecerle personalmente a Antonio Villaraigosa estar esta mañana con nosotros, ha hecho un importante esfuerzo, va de camino hacia Los Ángeles y se ha dado el espacio para platicar con nosotros.

 

A los distinguidos ponentes que escucharemos a lo largo de estas jornadas y por supuesto al cuerpo diplomático acreditado en nuestro país; gracias por interesarse en estas discusiones, por estar presentes en el Senado de la República el día de hoy.

 

Este no es un foro sobre Trump. Vamos a hablar sobre Trump, pero no es un foro sobre Trump. Porque el propósito central no es analizar la personalidad de Trump y su estrategia de campaña, sino cuáles son las causas que hay detrás de que el discurso de odio de Donald Trump esté consolidándose una amplia mayoría social en los Estados Unidos.

 

Y esa es la discusión de fondo. Hoy es Donald Trump, pero quizá mañana pueda ser otro y la discusión es qué responsabilidad tenemos como país, como sociedad los mexicanos en lo que está pasando en Estados Unidos y qué responsabilidad tienen los estadounidenses con respecto a lo que está pasando en su propio país.

 

Yo creo que tenemos que pasar inevitablemente de la indiferencia inicial frente a alguien que simplemente parecía una mala broma, a una acción responsable y sobre todo a asumir con total y absoluta responsabilidad lo que estamos viviendo en ambos países.

 

Donald Trump dijo alguna vez que la evidencia del sin sentido político sería su candidatura a la presidencia. Hoy ese sin sentido político se acerca peligrosamente a la realidad.

 

Al principio de su campaña sus declaraciones parecían sólo políticamente incorrectas, ahora se ha hilvanado un discurso de odio, xenófobo, racista, que está teniendo adhesivos en la sociedad norteamericana.

 

El discurso de Trump dejó de ser exclusivo de sectores radicales y comienza a tener eco en grandes mayorías.

 

Hoy su presidencia tiene posibilidades reales de concretarse, por lo menos la nominación del Partido Republicano y en México aún no determinamos cómo vamos a responder a eso y esa es la pregunta central que motiva este encuentro entre nosotros.

 

Desde mi perspectiva, Trump personifica un problema mayor y de más hondas raíces. Trump es la cara de algo que está pasando en nuestras sociedades y en el mundo.

 

Una primera variable que yo quiero poner a su consideración, es el hecho que desde 1994 México y estados Unidos no han repensado su relación bilateral.

 

En 1994, a propósito de la suscripción del Tratado de Libre Comercio hubo un esfuerzo diplomático, político, en ambas naciones, para consolidar una asociación estratégica que ciertamente tenia componentes económicos, pero que al final de cuentas era el reconocimiento de que nuestra vecindad podía ser oportunidad, que nuestra vecindad podía generar una prosperidad para ambas naciones.

 

Que compartíamos el hecho geográfico, nuestra vecindad, pero que también podíamos integrar nuestras economías, nuestro comercio y que haciendo bien las cosas podríamos generar una región de altísima prosperidad.

 

A la luz de los datos, a la luz de la evolución de ese primer paso que dimos juntos, creo que hemos avanzado notablemente y hoy nuestras economías se nutren mutuamente.

 

México es un proveedor importantísimo en los Estados Unidos. Estados Unidos tiene en México un importantísimo mercado y juntos podemos decir que estamos construyendo una región de prosperidad junto con Canadá.

 

Ya decía la senadora Gabriela Cuevas algunos de los datos importantes.

 

Pero desde 1994 no hemos determinado, reflexionado, decidido qué sigue para nuestras sociedades, hacia dónde queremos construir nuestra relación.

 

Nuestra relación está basada fundamentalmente en los problemas comunes: narcotráfico, crimen organizado, migración. Pero no hemos puesto por delante las oportunidades comunes y las plataformas de crecimiento regional.

 

La gran pregunta que tenemos que hacer no solamente en este foro sino en el gobierno, en el Estado Mexicano y en la relación bilateral es hacia donde queremos construir, hacia dónde queremos llevar nuestra relación en el Siglo XXI, qué componentes debe tener.

 

Debe quedarse simplemente en una relación económica y comercial, una relación que gestiona los problemas comunes en el día a día, o una relación que pueda llevarnos hacia un mutuo entendimiento de nuestras respectivas problemáticas, pero sobre todo compartir juntos las soluciones a esos problemas y crear un espacio de entendimiento, de entendimiento entre ambas naciones.

 

Hay un académico que hablaba de sustituir el Borderline, por el Borderland, por una economía, una sociedad y una política cada vez más, cada vez más cercana.

 

Pero al mismo tiempo tenemos que reconocer que lo que sucede en Estados Unidos en estos momentos, este profundo apego social al discurso de la exclusión tiene una causa más profunda.

 

El estado de bienestar que pacificó a las sociedades occidentales en el Siglo XX, está bajo un profundo estrés. Podemos decir incluso –algunos lo dicen- que está en crisis.

 

Que el resultado de la crisis financiera de 2008 ha debilitado la capacidad de respuesta de los estados nación frente a los problemas de su gente, frente a los problemas de la sociedad.

 

El estado de bienestar del Siglo XX se configuró en función de tres grandes componentes: democracia política, libertades económicas y responsabilidad social del Estado para atemperar las desigualdades, compensar las diferencias, crear plataformas de salida, oportunidades para que cada uno pueda lograr su propio destino y su propio futuro.

 

Después de la crisis de 2008, a partir de que se está instalando en nuestras sociedades el paradigma de la austeridad por razones de necesidad, el Estado está dejando de dar respuesta a las expectativas y a las necesidades de la gente.

 

Se ha abierto una brecha entre las expectativas crecientes de las sociedades y la capacidad de respuesta del Estado.

 

Las expectativas que se alentaron desde el estado de bienestar suben por el elevador, mientras que la capacidad de respuesta del Estado va por la escalera.

 

Y en esa diferencial, en esa diferencia entre la expectativa de los ciudadanos, del ciudadano del Siglo XXI que no solamente quiere libertades económicas y políticas sino que también quiere satisfactores a sus necesidades básicas, acceso a tecnología, acceso al conocimiento, una posibilidad de enfrentar un mundo cada vez más competitivo, a esas expectativas el Estado-Nación no le está dando respuesta y en esa brecha se siembra, fecunda la irritación social.

 

La irritación social es la causa, en buena medida, del discurso populista.

 

La irritación social que es en buena medida la causa de los discursos anti sistémicos.

 

Que es en buena medida la causa de la división en nuestra sociedad.

 

Cuando un norteamericano promedio, que después de la crisis de 2008 ve su empleo afectado, ve su patrimonio reducido, ve que a sus hijos les va a costar más trabajo salir adelante que incluso el trabajo que le costó a él, a ese ciudadano americano, ese ciudadano promedio, como le está pasando a los mexicanos, a los españoles, a los griegos, a los brasileños, a los chilenos, ese mexicano entiende y empieza a dudar de la capacidad transformadora de la política y de sus instituciones.

 

Ahí está, desde mi perspectiva, uno de los principales problemas de la agenda actual.

 

No tengo claro que la derrota electoral vaya a paliar, de Trump, vaya a paliar este problema.

 

Creo que la reflexión de nuestras sociedades es mayor: qué instituciones requiere el Siglo XXI para sustituir el viejo modelo del estado de bienestar y para cerrar esas brechas entre expectativas no satisfechas y la capacidad de respuesta de las instituciones, sobre todo en economías cada vez más abiertas y en un mundo cada vez más integrado, donde no hemos logrado construir una gobernabilidad global, donde el problema pequeño no tiene resolución desde la debilidad del estado nacional y el problema grande no tiene resolución desde la gobernabilidad global.

 

Y ahí es donde está nuestro desafío: entender el panorama y la perspectiva electoral de Estados Unidos es sólo un primer paso.

 

Estoy convencido de que México debe dar la batalla no con adjetivos, no con insultos, no equiparando a Trump con Hitler; con razones sobre lo que significa la vida en común entre México y Estados Unidos, lo que significa esta zona de prosperidad y de las instituciones que tenemos que construir juntos, cada uno en nuestro país y también en el concierto internacional.

 

Alguien decía recientemente que Trump pone en riesgo el sistema democrático. Yo diría -sistema democrático de los Estados Unidos-, la concepción de las libertades, de la pluralidad, el reconocimiento del otro.

 

Yo creo, amigas y amigos, que lo que está en juego en nuestras sociedades es una convivencia basada en la solidaridad, en la fraternidad, en la igualdad, en un mundo que nunca ha generado mayor riqueza como ahora, nunca antes.

 

En ninguna época de la humanidad se había generado tanta riqueza y habíamos tenido tanto acceso a conocimiento, a tecnología como hoy, pero nuestras sociedades son cada vez más desiguales.

 

Pocas manos concentran la mayor parte de la riqueza y muchas manos sólo viven en la desesperanza y en la incertidumbre.

 

El reto de nuestras sociedades, si no queremos que el discurso xenófobo de la división y del odio de Donald Trump o de cualquier otro fecunde en nuestras sociedades, es combatir con política, con instituciones, el grave problema de la desigualdad.

 

Por su atención muchas gracias.