Versión estenográfica del encuentro de jóvenes con el senador Roberto Gil Zuarth, presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República, en el marco del Programa “Senado Joven”.
SENADOR ROBERTO GIL ZUARTH: Hola de nueva cuenta a todas, a todos.
¿Cómo les fue en estas jornadas, en esta semana y media, si no mal recuerdo? ¿Cómo les fue? ¿Cómo se sintieron? ¿Cómo estuvieron las conferencias, las intervenciones de nuestros compañeros senadores?
Espero que todo haya salido de maravilla, espero que hayan tenido una oportunidad para conocer un poco más del Senado de la República, de lo que hemos construido en estos años, en estas dos Legislaturas, en lo que va de estas dos Legislaturas del periodo de mandato que tiene el Senado de la República.
Espero que haya sido una oportunidad también para reconocer lo que ustedes han hecho por el Senado de la República durante todos estos años que nos han acompañado, en los meses o semanas que tienen cada uno de ustedes con nosotros en el Senado.
La verdad que como se los decía el día que lo inauguramos, este es un proyecto, quizá el mejor proyecto, el más bonito que hemos hecho durante este año que me ha tocado el honor de presidir la Mesa Directiva; porque sin lugar a dudas trabajar con jóvenes no solamente es alentador, sino también nos llena de esperanza de que nuestro país va a ser cada día mejor y que en los rostros de cada uno de ustedes, de cada una de ustedes, existe la esperanza de un futuro no solamente en el servicio público, no solamente a futuro para el Gobierno, para el Parlamento, para el Estado; sino un futuro para nuestra sociedad en su conjunto.
Creo que en este periodo en el que ustedes han podido tener contacto con los senadores, con los diputados, con los funcionarios del Senado de la República, no solamente han podido renovar el compromiso que tienen con la institución; sino también espero que muchos de ustedes se hayan entusiasmado en seguir adelante en una carrera dentro del Senado, una carrera con nosotros, una carrera en esta institución.
Que le apuesten a formar parte del cuerpo técnico, del cuerpo de asesores, eventualmente dedicarse a la política, a la política parlamentaria, que se hayan enamorado del Parlamento, que se hayan enamorado del Senado; espero que nada más del Senado, no entre ustedes vaya a haber aquí algunas cosas, ¿no?
Bueno, si hay qué bueno, cada quien. ¿Ya hubo? Ya me imagino la intercambiadera de teléfonos, ¿eh?
Pues ojalá que se hayan entusiasmado por lo que significa el Senado de la República.
Yo me siento muy orgulloso de cada uno de ustedes, me siento muy orgulloso del ánimo que expresaron, de su compromiso, de la disciplina, de su constancia.
Me reportaban que prácticamente tuvimos la misma presencia desde el primer día hasta el último día, con algunos altibajos sobre todo en función de los temas, lo sé; pero que fueron muy concurridas y que fueron presencias muy estables porque tomaron ustedes con mucha seriedad este programa, que fue creado para ustedes y que es de ustedes.
Miren, el país está pasando por momentos difíciles, hay que reconocerlo, el país y el mundo. De repente nos amanecimos, un viernes, con la noticia de que terminaba una era en la forma en la que hemos comprendido el mundo, en la forma en la que hemos entendido el mundo, que se había puesto, por lo menos bajo estrés, uno de los paradigmas que han definido nuestra realidad contemporánea, que definieron el Siglo XX y que en buena medida pensábamos que eran paradigmas que iban a imperar hacia adelante: el paradigma de la integración económica, de la globalización, el paradigma en el cual se iban desdibujando y se van borrando las fronteras entre los países.
Nos amanecimos con la noticia de que Reino Unido, la Gran Bretaña se separaba de Europa, que empezaba a haber ciertas tensiones que cambiaban en buena medida la forma en la que hemos comprendido el mundo.
Y que volteamos a ver a nuestro país y vemos problemas de gobernabilidad, vemos resistencias a las transformaciones que son importantes y que son necesarias para tener una mejor convivencia y un mejor futuro, que tenemos problemas como país y que algunas de nuestras instituciones todavía no son capaces para responder a las expectativas de los ciudadanos.
Y yo lo que creo es que todos esos problemas, todos esos cambios, todas esas nuevas realidades no deben motivar en ustedes la desesperanza. Sí la preocupación, pero sobre todo la ocupación.
A ustedes les va a tocar corregir muchos de los problemas que hoy tenemos, de solucionar muchos de los males que tiene nuestro país, de inventar y de diseñar las nuevas instituciones con las cuales vamos a salir adelante como sociedad y también en la forma en la que nuestro mundo, así, con esa ambición: nuestro mundo puede salir adelante.
Les debo confesar que nuestro presente y nuestro futuro están lleno de incertidumbres. De verdad, yo no esperaba ver muchas cosas que estamos viendo y en buena medida también, a la política nos ha tocado ese periodo de incertidumbre con alguna ausencia de respuestas.
El problema actual de la política es que no tenemos respuestas a esas incertidumbres, pero las respuestas a esas incertidumbres se resuelven actuando, estudiando, preparándonos, mejorándonos en lo individual y en lo colectivo, queriendo ser mejores y esforzándonos por ser mejores.
El día de ayer, recibimos aquí en el Senado a diez jóvenes conocidos como “dreamers”. Son la generación de jóvenes-niños que emigraron a Estados Unidos en distintas condiciones, que han crecido en la ilegalidad, no tienen un estatus legal. Muchos de ellos son hermanos mayores de ciudadanos norteamericanos; son hijos de padres que emigraron ilegalmente a Estados Unidos pero que han hecho toda su vida en Estados Unidos.
Que se reconocen como mexicanos, que quieren a México, que muchos de ellos ni siquiera habían conocido o el último recuerdo que tenían de México fue a los 4 años cuando dejaron su comunidad; a los 7 años cuando cruzaron ilegalmente la frontera; a los 15 años uno de ellos, cuando intentó alcanzar a sus padres que ya estaban en Estados Unidos, vivía con su abuela uno de ellos y decidió cruzar ilegalmente la frontera la reunirse, para reencontrarse con sus dos papás que habían ido a Estados Unidos a probar suerte y a tratar de construir un futuro más digno para ellos.
Son historias de esfuerzo. Son historias de jóvenes que les ha costado, si me permiten la expresión, lo doble salir adelante.
Son jóvenes que se amanecen con el miedo, con el temor de que una policía los detenga, que la patrulla fronteriza o la policía les pida sus papeles. Y viven con el miedo de amanecer un día en la frontera sin conocer a nadie, en un país que ya les es absolutamente ajeno, y perder en buena medida su propia realidad y su propia casa.
Pero esos muchachos, por lo menos lo que yo escuché ayer, nos dieron una enorme lección de tenacidad.
Ellos están luchando por una reforma migratoria. Ellos están luchando porque el gobierno de los Estados Unidos entienda que es necesario cambiar y reconocer su estatus legal.
Ellos están luchando por reconocer, por que la Suprema Corte –que ya no sucedió– les reconozca y les conceda un estatus legal.
Están defendiendo las acciones ejecutivas del presidente Obama. Lo están haciendo con activismo, lo están haciendo con redes sociales; lo están haciendo con compromiso cívico y ninguno de ellos ha dejado la trinchera.
Han asumido que es su deber cambiar su realidad y que nadie se las va a cambiar por ellos.
Amigas y amigos, ustedes son privilegiados. Somos todos privilegiados.
La vida, nuestros padres, nos ha dado la enorme fortuna de tener una educación; nos ha dado la fortuna de tener una experiencia de trabajo como la del Senado de la República. Nos ha dado la oportunidad de conocer gente, de tener una oportunidad de salir adelante, de encontrar un empleo, de prepararse, forjarse y eventualmente aspirar a algo muy grande.
Pero los que tenemos una oportunidad en la vida, los que hemos sido privilegiados por la vida; los que hemos sido tocados por una suerte de la vida tenemos una doble responsabilidad.
Una doble responsabilidad de no solamente hacernos cargo de nuestra propia vida y de la vida de nuestras familias, eventualmente de nuestros hijos, de sus hijos, sino pensar en los demás. Pensar en que cada paso que damos, dejamos una huella para los que están detrás de nosotros.
Vean su vida profesional en la política, fuera de la política, en la academia, fuera de la academia, en el parlamento, en donde ustedes decidan. Vean su vida y su paso por la vida como la responsabilidad y la obligación de ir poniendo sobre el suelo las huellas que van a seguir los que vienen detrás de nosotros.
Ese es el deber que ustedes tienen como generación.
No caminan sobre terrenos insospechados; hubo una generación antes que ustedes, antes que la mía, que fue aplanando ese camino y que nos ha permitido hoy tener menos desventuras, menos infortunios, menos dificultades. Pero detrás de ustedes vienen nuevas generaciones.
Su deber, su responsabilidad como generación es ir trazándoles el camino a los que vienen detrás de ustedes.
Uno de los muchachos, de los “dreamers”, que vino ayer, me dijo una frase que es verdaderamente reveladora de lo que significa tener o no tener una oportunidad.
Ellos ahorita están sufriendo y padeciendo este discurso de odio, este discurso intolerante, este discurso xenófobo, que en el contexto de la elección norteamericana se está sembrando en los Estados Unidos.
Personas que creen que una elección se puede ganar dividiendo al mundo entre buenos y malos, dividiendo al mundo entre los oportunistas y los que tienen derechos entre los propios y los extraños.
Y uno de ellos me decía que les está costando mucho más trabajo, porque hay un rechazo social en buena parte de los sectores. Empieza a haber una preocupación por exclusión.
Les preguntan si son mexicanos en función del color de piel o en función del tono de su acento, en función de la pulcritud con la que hablan el inglés.
Y lo que ellos me dijeron ayer es que no les importa, que van a seguir trabajando y que la manera de acabar con ese discurso es con el ejemplo.
Ellos son ciudadanos que voluntariamente han asumido todas las obligaciones de ser ciudadanos y no tienen un solo de los derechos que implica ser ciudadano, uno solo, pero cumplen la ley, se levantan temprano a estudiar, se levantan temprano a trabajar, concilian una vida de oportunidades con una vida de riesgos, con una vida en al cual en cualquier momento todo se puede acabar.
La lección que yo les quiero dejar, porque es la lección que yo recibí del testimonio directo de ellos, es que no hay ningún obstáculo, ninguna prueba, ninguna condición que pueda derrotar a las personas cuando tenemos una voluntad férrea y que ese espíritu mexicano, ese corazón mexicano es el mejor motor para salir adelante.
Cada vez que tomen una decisión en la vida, cada vez que tomen una decisión profesional, de amor, de casarse, cada vez que tomen una decisión en la vida tómenla pensando ciertamente en su futuro, pero tómenla también pensando en los demás.
La forma de construir una sociedad justa es haciéndonos cargo de los demás, haciéndonos cargo de los que conocemos y también de los que no conocemos. Sobre todo para quienes tenemos la fortuna de dedicarnos a la política.
Yo espero que muchos de ustedes decidan dedicarse a la política, porque no hay tarea y responsabilidad más sublime, que servir a los demás desde la política.
Yo les decía en el encuentro anterior, que me siento muy orgulloso de decir que soy político, que milito en un partido político, que quiero hacer política como mi actividad profesional principal, que quiero reivindicar a la política, que quiero explicar y convencer a los ciudadanos de que sin política la alternativa es la violencia, el desorden, el caos. Que sin política, una sociedad simplemente no puede vivir en armonía y no puede aspirar a vivir en justicia.
Dedíquense a la política, incorpórense a un partido político, háganlo desde la sociedad civil, fórmense en el servicio público; pero siempre estén orgullosos de haber decidido a la política como una actividad digna y honorable para poder salir adelante y también para poder sacar adelante a sus familias.
Concluyo diciéndoles –para no echar tanto rollo– que vamos a –como se los habíamos ofrecido al inicio– buscar las alternativas para que ustedes tengan un espacio en el Senado. Pero va a ser un espacio, amigas y amigos, que se van a tener que ganar; es un espacio que se van a tener que ganar estudiando, con compromiso, con dedicación, con esfuerzo.
Un espacio que se van a ganar por sus méritos y capacidades, un espacio que se van a ganar en función de lo que estén ustedes dispuestos a hacer por sí mismos y por esta institución.
Les deseo a todas y a todos muchísima suerte en lo que viene, espero seguirlos viendo en estos dos años que nos queda en esta Legislatura. Espero verlos en otros seis, si es que yo regreso, ojalá.
Pero si no, si no los vuelvo a ver, que les quede en cada uno de ustedes el recuerdo de que tenemos mucho por hacer como país y que un buen lugar para hacer muchas cosas para el país, es el Honorable Senado de la República.
Muchísimas gracias a todos por su esfuerzo. Gracias al Centro de Capacitación, a Anuar. Un fuerte aplauso a Anuar, que le echó muchas ganas a la organización.
Al área de la Mesa Directiva, Comunicación Social, a quienes estuvieron al pendiente: Ximena Suárez, Víctor Hugo Puente, Carlos Lezama, en fin. A Cristina Arriaga, en fin, que han estado atentos a la evolución de este programa, que esperamos se quede, que le den continuidad institucional, que sea una idea que madure, que vaya germinando.
Y a ustedes, gracias por ser la primera generación del Senado Joven, la generación que abrirá una brecha en el Senado; y espero, la primera generación de políticos, la generación de parlamentarios y parlamentarias, la generación de buenos funcionarios públicos; pero sobre todo, la generación de ejemplares mexicanos.
Muchas gracias a todos y muy buenas tardes.