Senado de la República

COORDINACIÓN DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Versión estenográfica del mensaje del senador Roberto Gil Zuarth, presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República, durante la inauguración del “Parlamento Abierto edición 2016, del Parlamento Juvenil de México”.

SENADOR ROBERTO GIL ZUARTH: Voy a aprovechar que el diputado Magaña puso el desorden, me voy a parar, porque es mejor hablar parado.

 

Bienvenidos al Senado de la República, bienvenidos todos. Es un gusto recibirlos en esta, su casa, la casa del federalismo, la casa de la representación popular, la casa de los mexicanos, las casa en la  que se hacen leyes, se construyen políticas públicas, controlamos el poder, en la casa donde hacemos todos los días política.

 

Quiero felicitar a los organizadores por esta segunda edición del Parlamento Juvenil, una segunda edición que, como decía hace un momento Toño, será la consolidación de este ejercicio.


Me gustó mucho la frase de esta experiencia, porque es ante todo una experiencia integral de liderazgo, de política, de reconocimiento del papel que tienen como generación, de los retos que tienen como generación, pero también una experiencia de lo que tenemos que hacer hacia adelante para cambiar nuestra realidad y para cambiar nuestro país.

 

Y su experiencia, una experiencia integral no podía absolutamente dejar de lado la experiencia de los elevadores. Seguramente ustedes se dieron cuenta y vivieron en carne propia lo que todos los días vivimos en este edificio, en el cual hay cosas que no funcionan bien, hay cosas que funcionan bastante bien.

 

Una de ellas es la queja recurrente de los elevadores, les ruego una disculpa, sé que se tardaron un poco, pero evidentemente su experiencia no podía prescindir de ese conocimiento directo de nuestras propias fallas.

 

Oigan, quiero decirles tres cosas fundamentales sobre lo que tenemos frente a nosotros, lo que tenemos como generación.

 

Miren, el mundo está cambiando a una velocidad vertiginosa y es difícil a veces comprender nuestra propia realidad. Una de las principales responsabilidades que tiene una generación es entenderse en su realidad para poderla transformar y creo que sería el primer desafío que tenemos frente a nosotros: entender nuestra propia realidad.

 

Cada vez que ha cambiado la forma en la que nos comunicamos, como sociedad, como seres humanos, se han generado transformaciones en lo económico, en lo político y en lo social.

 

Cuando surgió el lenguaje hablado, las sociedades dejaron de ser sociedades nómadas y se asentaron en comunidades; en lo económico surgió el principio de división del trabajo, tu cazas yo recolecto, e inició la vida en sociedad.

 

Cuando surgió el lenguaje escrito a través de la imprenta, también se provocaron transformaciones importantes en lo económico, en lo político o en lo social.

 

En lo político surgió fundamentalmente el Estado y su capacidad para imponerse frente a los ciudadanos y también imponerse frente a otras realidades de poder.

 

En lo económico surgió el comercio, el comercio más allá de las fronteras, los intercambios de bienes entre unas y otras comunidades y en lo social, la consolidación de una comunidad política como la hemos conocido, fundamentalmente en los últimos tres ciclos.

 

Cuando surgió la comunicación vía televisión, recordarán a finales de los sesentas, principios de los sesentas, cuando la televisión empezó a imponerse como un mecanismo de comunicación, surgió la política de masas, surgió la política democrática como la conocemos hoy, el primer debate en televisión entre candidatos a la Presidencia de la República en Estados Unidos.

 

Por supuesto cambió la forma en la que hicimos política, cambió la forma en la que nos entendimos como sociedad, se globalizó nuestra economía, en fin.

 

Cada vez que surge una nueva forma de comunicarnos algo pasa en la economía, en la política y en la sociedad y resulta que hoy ha surgido una nueva forma de comunicación que son las redes sociales, las tecnologías de información, como decía nuestra presidenta del INAI, a la cual le doy la bienvenida al Senado de la República, reconociendo como siempre que ésta es su casa.

 

Cuando surgieron las tecnologías de información también ha cambiado en buena medida la forma en la que entendemos y hacemos economía política y sociedad.

 

Hoy un ciudadano es mucho más poderoso que hace algunos años cuando no existían estas tecnologías. Hoy se puede globalizar en segundos la irritación social a través de hashtag; hoy se puede generar acción colectiva en segundos a través de las propias redes; hoy interactuamos en distintas comunidades al mismo tiempo, estamos en la comunidad del Facebook, con amigos, con los compañeros del trabajo, con los compañeros de la universidad o tenemos comunidades distintas en el whatsapp, en twitter, etcétera.

 

Nuestra forma de interactuar en comunidad también ha cambiado. La forma en la que hacemos economía, generamos productividad, generamos empleo, hoy con la economía de lo intangible, por ejemplo con Uber, que no tiene la propiedad de absolutamente nada pero es la empresa con mayores coches, carros para renta, la economía de lo intangible que intercambia fundamentalmente conocimiento, que intercambia fundamentalmente información.

 

Y también estamos en un momento en que la política está cambiando la forma en la que se hace.

 

Hoy, a través de las redes sociales, de las tecnologías de la información, se le puede exigir a los políticos, se les puede denunciar, se les puede criticar, se puede influir de una manera determinante en la forma en la que se toman las decisiones en una determinada comunidad política, en un determinado país, en un determinado estado.

 

Y si ustedes se fijan, las instituciones que hemos creado a lo largo del tiempo, han ido adaptándose poco a poco, a veces con algunas dificultades, estas nuevas realidades, estos nuevos cambios.

 

Hoy la economía, por ejemplo, la economía de mercado, como la conocemos, hoy tiene enormes desafíos en términos de apertura, en términos de alcance, un bien que se produce en un determinado lugar, termina de obtener sus últimos componentes en otro lugar y se vende en un mercado totalmente diferente.

 

Y en ese contexto, es donde se están dando nuestras nuevas realidades también de su propia generación; es donde quiero llegar ahora.

 

Hoy el ciudadano, un ciudadano del Siglo XXI, es un ciudadano totalmente diferente al del Siglo XX; es un ciudadano con más poder, tiene la posibilidad de interactuar con un mundo cada vez más complejo; es un ciudadano más exigente, es un ciudadano que espera cada vez más del Estado, que espera cada vez más de la sociedad.

 

Pero también es cierto que es un ciudadano que a veces está más solo que nunca. Es un ciudadano que exige la respuesta del Estado a sus problemáticas, a sus problemas, pero también es cierto que es el ciudadano al que no están llegando las instituciones que hemos diseñado a lo largo del tiempo.

 

Un ciudadano del Siglo XXI tiene la posibilidad de denunciar a través de redes sociales, pero también es cierto que una institución, la más próxima, municipio, estado o la propia federación, somos incapaces a veces de darle respuesta a todas sus necesidades.

 

Es un ciudadano que ya no basta con tener una licenciatura para poder salir adelante, que no basta con tener algún conocimiento o alguna experiencia sino que se compite de manera muy fuerte con otros ciudadanos, con otras personas, que ya el futuro les cuesta cada vez más trabajo. Es un ciudadano que interactúa en un mundo cada vez más complejo, un mundo cada vez más difícil.

 

Y ese ciudadano que tiene muchas expectativas y que sus expectativas crecen a una velocidad terrible, no está recibiendo de parte de las instituciones que hemos diseñado en los últimos siglos, no están recibiendo la respuesta a todas sus expectativas.

 

Y eso que se llama “enojo social” o “irritación social”, no es otra cosa que una brecha entre las expectativas y la capacidad de respuesta de las instituciones a esas expectativas.

 

Hoy, un joven como ustedes si quiere una educación, una educación que le permita competir con otros y salir adelante, no solamente quiere acceso a salud, no solamente quiere una posibilidad de empleo, no solamente quiere distinguir si diferenciarse de los otros en términos de productividad, en términos de conocimiento, en términos de oportunidades; también quiere acceso a tecnología, también quiere acceso al deporte, también quiere acceso a una cultura, también quiere acceso a otros bienes y satisfactores que son necesarios para poder salir adelante.

 

Y en esa brecha de irritación social, en esa brecha que se explica por la expectativa del ciudadano del Siglo XXI y la capacidad de respuesta de las instituciones, está el mayor desafío político y de política pública que su generación debe enfrentar.

 

¿Cómo aumentamos las capacidades de las instituciones para responder a esas expectativas, para responder a las necesidades básicas de los ciudadanos en un mundo cada vez más complejo?

 

Hace poco, los ingleses decidieron salirse de la Unión Europea. ¿Por qué? Porque empezaron a culpar a la globalización de los problemas locales.

 

Un pensionado británico dice se siente frágil y vulnerable porque hoy tarda tres o cuatro horas en poder desahogar su cita médica, porque en esas tres o cuatro horas el servicio público de salud tiene que atender a los migrantes o a otros ciudadanos.

 

Y ese pensionado británico que votó por el Brexit, por la salida de Inglaterra a la Unión Europea, culpa al otro, culpa al extranjero, culpa a la migración, culpa a la globalización de esa dificultad específica, personal que tiene para obtener satisfactores básicos.

 

La clase media norteamericana está enojada y por eso voltean a ver a Trump. Está enojada porque siente que la globalización, los mexicanos, México les está quitando el empleo.

 

Antes, la instalación, perdón dicho, la manufactura de los automóviles estaba en Detroit, ahora no está en Detroit, ahora está en Guanajuato -iba a decir una mala palabra, pero la voy a ocultar porque está la prensa aquí-. Está en Guanajuato, mi empleo ya no está; está en otro país. Los mexicanos están -las frases de Trump- chupando nuestros empleos.

 

Y ese ciudadano norteamericano de clase media que siente que su empleo se lo robó alguien se enoja con su realidad; y, en consecuencia, empieza a escuchar el canto de las sirenas de quienes rechazan al otro, del discurso racista, del discurso xenófobo.

 

Lo mismo pasa en España, o lo mismo pasa en Grecia con las expresiones últimas en contra de la globalización, en contra de lo que significa la integración económica, pero también la integración política, porque de eso se trata el mundo del Siglo XXI.

 

El mundo del Siglo XXI es un mundo integrado en lo económico, en lo político, en lo social; en los problemas sin lugar a dudas, pero también en los modelos de desarrollo y bienestar.

 

Durante el Siglo XX y XXI, construimos un modelo de desarrollo basado en cuatro pilares, y ese es el modelo de desarrollo que de alguna manera se ha impuesto en todo el mundo: Uno, economía abierta y de mercado; dos, democracia política; tres, responsabilidad social del Estado, es decir, que el Estado asume deberes frente a los más desaventajados, frente a los más vulnerables.

 

El Estado se hace cargo de la salud, de la educación, del empleo; el Estado presta y garantiza satisfactores básicos. Se hace cargo de necesidades básicas, ¿para qué?, para compensar no en el punto de llegada sino en el punto de partida, que todos tengamos la misma posibilidad de salir adelante por nuestros propios méritos y por nuestras propias capacidades.

 

Y, cuarto, el modelo del Estado de derecho y Estado de derechos; es decir, el ciudadano tiene un cerco de derechos con el cual interactúa con otros y frente al Estado.

 

Ese modelo de desarrollo que se impuso en el Siglo XXI, hoy está bajo un fuerte estrés; fuerte estrés, porque el ciudadano del Siglo XXI no siente que esas instituciones le pueden responder a todas sus necesidades. Al contrario, que llega otro a mi comunidad, a mi vecindario, se lleva mi empleo; llega otro y me impide tener una atención pronta en la salud; llega otro con otra religión, con otra cara, con otro color de piel y amenaza mi propia integridad o amenaza mi propia forma de convivencia.

 

Y eso en buena medida que no hayamos encontrado como generación, la generación de los vivos, respuestas a los nuevos desafíos, en eso radica el principal de los problemas o por donde está fecundando el discurso del odio, el discurso racista, el discurso xenófobo, el discurso antipolítica y sobre todo el discurso contra las instituciones.

 

Y ese es el común denominador -creo yo- de Estados Unidos, de España, de Grecia, de Argentina, de Brasil, y por supuesto el común denominador de los mexicanos.

 

Se dice habitualmente que los mexicanos estamos enojados, que estamos enojados con las instituciones, que estamos enojados con la política y es absolutamente cierto. El ciudadano mexicano está enojado con la política tradicional.

 

Está enojado con los políticos, con los partidos políticos, con las instituciones políticas.

 

La gran pregunta es: ¿Por qué? Y hay muchas explicaciones.

 

Si además de que no estamos dando respuesta a las expectativas de los ciudadanos, la gente percibe que nos robamos su dinero, la gente percibe que no hay manera de salir adelante en este país si no se paga con corrupción algo, si además de todo hay una cultura de privilegios que desplazan el mérito y el esfuerzo de las personas, por supuesto que tienen razón de estar enojados.

 

Y frente al enojo social, tenemos dos rutas: El camino fácil de las soluciones mágicas, el camino fácil de los iluminados, el camino fácil de los que creen que con una barita mágica se resuelven todos los problemas, o el camino difícil, el camino complejo de la política y de las instituciones.

 

Y eso es justamente lo que ustedes van a hacer en esta semana en el Senado de la República: Escoger qué camino creen que es bueno para México. 

 

El camino de las soluciones fáciles, de las soluciones irresponsables, de ese voluntarismo demagógico y maniqueo que dice “yo lo resuelvo, porque yo lo puedo resolver, porque yo quiero resolverlo”, o el camino largo, difícil, complicado, complejo, lleno de tensiones de hacer y construir instituciones que puedan prevalecer y perdurar más allá de la generación actual, más allá de la generación viva.

 

Yo soy de los que creen que el segundo camino no solamente es éticamente correcto y éticamente virtuoso sino también es el único camino que tiene una sociedad para garantizar las libertades, pero sobre todo desarrollo, crecimiento y prosperidad.

 

Y esa experiencia que ustedes van a tener esta semana, es la experiencia de parlamentar, de hablar, discutir, razonar, intercambiar puntos de vista para no solamente identificar los problemas de nuestra convivencia sino también para construir las soluciones a esos problemas de nuestra convivencia.

 

No es fácil explicar qué hacemos en política o para qué sirve la política.

 

Pero un día yo entendí, por una imagen, una forma de explicar qué es la política.

 

Un día llevé a mi hijo –tenía 8, 9 años; menos, 7 años- a un partido de Pumas contra el América, por supuesto ganaron los Pumas, fue bastante buen triunfo por cierto. Así que con todo respeto por los americanistas aquí presentes.

 

Y al final del partido de fútbol iba con sus compañeros, sus amigos, era su cumpleaños y llevaba a varios amigos y uno de ellos dice: “bueno, qué vamos a comer”. Y uno dice pizza, otro dice hamburguesas, otro dice tacos, otro dice hot dog, otro dice… en fin, alguna otra cosa.

 

Y empiezan a discutir entre ellos. Empiezan a decir: “no, es que ayer comí pizza; es que es mejor las hamburguesas de McDonalds, es que mejor las de Burger King, mejor los hot dog. En fin.

 

Empiezan a discutir y uno de ellos dice: “pongámoslo a votación”. Después de razonar sobre pizza, hamburguesas o hot dog, uno de ellos dice: “pongámoslo a votación”. Y lo ponen a votación. Ganó la pizza.

 

Es decir, algunos abandonaron su primera preferencia después de razonar, generaron una acción colectiva, advirtieron los riesgos: “si no nos ponemos de acuerdo nos quedamos sin comer” y construyeron y tomaron una decisión que generó no solamente satisfacción por el propio proceso y la legitimidad del proceso, nadie se impuso sobre nadie, pero sobre todo lograron tomar una decisión entre ellos, juntos, deliberando, a partir de una pluralidad, identificando las preferencias de todos y sabiendo encontrar una preferencia de equilibrio.

 

Eso es la política: acción colectiva, razonada y razonable, bajo procedimientos de decisión que dejen satisfacción a los participantes, no solamente por el resultado sino también por la legitimidad del propio proceso de toma de decisiones.

 

Yo espero que en esta semana esa sea su experiencia, la experiencia de la política institucional de la política, de las políticas públicas, de la política de las instituciones.

 

Ojala esa sea la experiencia que les enriquezca para no solamente asumir su liderazgo, porque ustedes están aquí por haber ejercido un liderazgo, por haberse inscrito en un programa, por haber convencido a otros, por haberse comprometido con una idea, con un proyecto.

 

Sé que ustedes se postularon no a senadores de la República, sino a Presidente o Presidenta de la República, lo cual celebro que tengan altos objetivos en política y en la vida.

 

Pero también, es cierto, que vienen aquí; vienen aquí a ejercitar liderazgo.

 

Y el liderazgo no es el don de hablar bien. Liderazgo no es el don o la habilidad para que la gente lo siga.

 

Liderazgo no es pararse en una tribuna y motivar aplausos sonoros de quien escucha.

 

Liderazgo es compromiso, es responsabilidad, es decisión, es sobre todo voluntad para asumir con nuestras propias manos el control de nuestro propio destino.

 

Liderazgo es hacer política pero sobre todo hacer política con sentido de bien, con valor pero también con valores.

 

Bienvenidos todos al Senado de la República. Les deseo éxito en esta experiencia. Nos veremos por aquí durante la semana.

 

Que sea para el bien de la formación personal de cada uno de ustedes, pero sobre todo que esta semana les deje una semilla en el corazón y en el alma para cambiar a México y cambiarlo con sentido de bien.

 

Tengo que hacer las exequias solemnes de inauguración, así es que, siguiendo la formalidad, les pido a todos se pongan de pie para hacer la declaratoria formal de inauguración.

 

Además de inaugurar vamos a tomar la protesta, ahora sí que para que se acostumbren a todo.

 

A ver, entonces voy a preguntarles: ¿protestan guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanan, y cumplir leal y patrióticamente el cargo que se les ha conferido, mirando en todo por el bien y la prosperidad de la unión?

 

(VOCES A CORO): ¡Sí, protesto!

 

CONTINÚA EL SENADOR ROBERTO GIL ZUARTH: Si así no lo hicieren que la Nación y los jóvenes se los demanden.

 

Ahora sí si me lo permiten, voy a hacer para lo que me invitaron, que es inaugurar formalmente los trabajos de esta Segunda Edición del Parlamento Juvenil de México 2016, deseándoles muchos éxitos a todos y cada uno de ustedes, pero sobre todo deseando que nos veamos el próximo año.

 

Felicidades y mucho éxito.

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