Senado de la República

COORDINACIÓN DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Versión estenográfica del mensaje del senador Roberto Gil Zuarth, presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República, al inicio del foro “Mujeres en la Legislatura”.

 

SENADOR ROBERTO GIL ZUARTH: Muy buenos días tengan todas ustedes.

 

Dice la Real Academia de la Lengua que cuando en una asamblea un género sea mayoritario, debe utilizarse ese género para dirigirse a la misma; en consecuencia, como hay una franca mayoría de mujeres, tenemos que hablar de nosotras.

 

Bienvenidas todas al Senado de la República, nos da mucho gusto recibirlas en estas jornadas que yo celebro que se realicen a instancias de compañeras panistas, de senadoras de Acción Nacional y de la dirigencia de nuestro partido a través del área de Promoción Política de la Mujer.

 

Le doy la bienvenida al Senado de nueva cuenta al presidente del partido en el Distrito Federal, en la Ciudad de México. Y América también, bienvenida al Senado.

 

La historia del avance de la mujer es una historia de una conversación política que se abrió hace aproximadamente veinte años. Y esos veinte años han sido de cambios, transformaciones, de avances graduales. Hoy tenemos instituciones que funcionan, que en buena parte de crearon durante las administraciones panistas; hoy es más notable la presencia de las mujeres en la vida política, de la presencia de las mujeres en la vida económica, en la vida social, en la vida cultural.

 

Por supuesto que falta mucho por hacer. Ayer celebrábamos aquí mismo, en el Senado de la República, un seminario sobre violencia política; y ahí refelexionábamos sobre la amenaza que significa la violencia política al avance que implica la regla de paridad.

 

Hoy la violencia política es la forma de burlar, de vulnerar la regla que implica o que supone la ampliación de los espacios de participación de las mujeres en los espacios de decisión pública y en el ejercicio de los derechos políticos.

 

Precisamente por eso, tenemos que seguir trabajando en el Legislativo para erradicar cualquier modalidad de violencia. En un primer momento, nos hicimos cargo a través de un conjunto de instituciones y leyes, de tratar de erradicar, prevenir y sancionar de manera más severa la violencia física, la violencia emocional, la violencia psicológica sobre las mujeres.

 

No hemos podido como sociedad erradicarlo y sigue habiendo violencia de distinto tipo en nuestro país sobre las mujeres. Y esa violencia se vuelve todavía más aguda y más crítica en aquellas mujeres que tienen una doble condición de violencia: no solamente por ser mujeres, sino también por formar parte de grupos vulnerables, las que tienen una condición socioeconómica baja y también las mujeres indígenas. Tenemos que seguir trabajando en la erradicación de la violencia.

 

Y también atender los nuevos fenómenos, como por ejemplo el cato, las incidencias y recurrencias de la violencia política en nuestro país. Candidatas que son acosadas en campaña, candidatas que son impugnadas en competencia política, candidatas que incluso son invadidas en su vida privada.

 

Ayer nos contaba una candidata que fue, literalmente, secuestrada por un grupo de personas durante su campaña electoral. O bien que ya estando en el cargo público, en el ejercicio de las responsabilidades que derivan de un cargo público, se les acosa, se les limita, se les impide ejercer esa responsabilidad e incluso se les inhabilita e invalida para poderlas llevar a cabo.

 

Tenemos en el Senado de la República una sentencia de la Sala Superior del Tribunal Electoral, en la cual una magistrada electoral ha sido acosada de manera sistemática por sus compañeros, por sus pares, para no poder llevar a cabo la responsabilidad que este Senado le asignó, para poder ejercer la función jurisdiccional que esta Asamblea le encomendó.

 

Un caso de violencia política que parecería absolutamente fuera de lugar en una sociedad que aspira a vivir en justicia y en igualdad, como es la sociedad mexicana, y en pleno siglo XXI donde supuestamente tenemos instituciones que debieran prevenir, erradicar y castigar ese tipo de comportamientos.

 

Por supuesto que tenemos que empezar a reconocer que a las mujeres les cuesta el doble de esfuerzo salir adelante, y de eso se tratan en buena medida las políticas públicas que tenemos que construir, quitar obstáculos a la posibilidad de que las mujeres decidan su plan de vida y lo puedan llevar a cabo.

 

Les cuesta más, porque hay alguien que cree que debe ganar menos; hay alguien que cree que en lugar de ir a la escuela deben estar en casa; hay quienes creen que la dignidad de la mujer está subordinada o condicionada a otras circunstancias: a su condición de pareja, a su condición de madre, a su condición incluso socioeconómica o familiar.

 

Hay quienes creen que ser feminista es una cuestión simplemente de asumir una bandera de defensa del interés gremial de unas mujeres, cuando en realidad el ser feminista no es otra cosa que aspirar al mismo trato en condiciones de igualdad, de dignidad para las mujeres.

 

Hay quienes creen que reconocer y garantizar los derechos de las mujeres es una suerte de concesión graciosa y no una cuestión de derechos humanos sobre las cuales no hay nada que se les regale a las mujeres sino simplemente que se les debe reconocer lo que su propia condición de dignidad supone.

 

Hace unas semanas, el presidente Obama publicó un artículo sobre lo que significa ser feminista para los hombres, y decía que quienes tienen hijas, quienes tenemos hijas por naturaleza debemos ser feministas, porque solamente implica que el trato de amor, de solidaridad, de justicia, de igualdad de oportunidades, de garantizar el libre desarrollo de la personalidad que queremos para nuestras hijas las debemos querer para todas y cada una de las mujeres.

 

De eso se trata ser feminista: Reconocer, insistir, trabajar intensamente desde los ámbitos de la política para que ninguna mujer sea vulnerada en su dignidad y a ninguna mujer se le nieguen sus derechos.

 

Y, en buena medida, la forma de ir construyendo esos escenarios de igualdad y de justicia, de igualdad que supone mayor espacio de libertad es a través del empoderamiento de la mujer, y el empoderamiento de la mujer tiene causes, tiene ciertas dinámicas institucionales, como por ejemplo en la regla de paridad.

 

Pero el empoderamiento de la mujer también empieza cuando se capacitan, cuando mantienen una constancia en la formación política, cuando se deciden a asumir a plenitud sus derechos, cuando deciden movilizarse políticamente para hacer valer sus derechos.

 

Nadie mejor que las mujeres pueden defender los derechos de las mujeres desde las instituciones. Nadie mejor que eso.

 

Y a veces creo -permítanme la expresión, permítanme el comentario- a veces creo que las mujeres no defienden con contundencia los derechos de las mujeres. A veces son las propias mujeres las que reniegan de los derechos de las mujeres y no se movilizan políticamente como sentido de equipo, con sentido de cuerpo de lo que significa trabajar por las mujeres en cada espacio que cada una de ellas ocupa.

 

Ya hemos tenido en México gobernadoras. Tenemos una nutrida participación de las mujeres en las asambleas legislativas. Estamos muy cerca de la paridad en 42 por ciento de la Cámara de Diputados.

 

Es muy probable, posible, está dentro de nuestro alcance que la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México pueda tener una composición del 50 por ciento de paridad pura, si las designaciones que faltan van en esa dirección.

 

Esos no son avances estrictamente cuantitativos, no es un tema de números, es un tema de pedagogía política institucional.

 

Es un tema de abrir nuevos espacios, de romper techos de cristal, de ir creando conciencia en nuestra sociedad de que las mujeres, no solamente por aritmética sino por su propia condición en nuestra vida social, deben ocupar esos espacios y los deben ocupar para alentar a otras mujeres.

 

Yo, como suelo decir que agradezco a las mujeres de estas generaciones, las presentes y las anteriores a nosotros, porque han abierto, primero, el derecho al voto, después la creación de instituciones, como la Ley para prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres, la creación e INMUJERES, las reglas de paridad, todas las decisiones que van construyendo espacios de oportunidad para mujeres.

 

Agradezco, a nombre de mis hijas, porque gracias a esas generaciones probablemente mis hijas pueda alcanzar un espacio distinto al que tuvieron, al que tuvo su madre y al que tuvieron mis abuelas.

 

Cada decisión, cada avance que como generación se logra, que como mujeres logran, es un avance para mujeres de las generaciones que siguen.

 

Los obstáculos de hoy, cuando se derriban, son oportunidades para las mujeres del mañana, para sus propias hijas, para sus propias hermanas, para sus propias nietas.

 

Y también, hay que decirlo con toda claridad, la defensa de los derechos de las mujeres, de sus derechos humanos, de su condición de dignidad, no es solamente responsabilidad de las mujeres; es responsabilidad de todos, donde también tenemos una responsabilidad latente los hombres.

 

Los que ocupamos responsabilidades públicas, pero también los que están en casa, aquellos que tienen en sus manos la posibilidad de construir políticas públicas, pero también los hombres con los que ustedes interactúan habitualmente en su vida familiar, en su vida social, en su vida económica: el esposo, el hermano, los hijos, sus empleadores, los dirigentes partidarios, todos aquellos que podemos cambiar, con una pequeña decisión, la vida de alguna mujer.

 

Yo las animo a que sigamos construyendo mayores espacios para las mujeres.

 

El PAN es un partido que siempre le ha apostado a la igualdad entre los géneros, una igualdad reflexiva, una igualdad crítica, una igualdad a través de políticas públicas; una igualdad tangible que se debe ver en todos los espacios de expresión de la vida de las personas.

 

Creo que ese es el camino correcto, el camino de abrir conciencia, de abrir conversaciones, de generar nuevas oportunidades institucionales, atender nuevos desafíos, abrir nuevos cauces.

 

La casusa de las mujeres es una causa de justicia, porque si una sociedad quiere vivir en libertad, debe primero garantizar la igualdad de todos aquellos que viven en nuestra sociedad.

 

Muchas gracias por venir al Senado de la República. Espero que estas jornadas sean muy útiles, ilustrativas para ustedes, que se lleven una buena experiencia del Senado de la República.

 

Veo que empezarán con la senadora Marcela Torres Peimbert, en una de sus espléndidas intervenciones, que tendrán algunos otros compañeros, que durante estas jornadas platicarán con ustedes.

 

Siéntanse como en casa, esta es la casa de la pluralidad, es la casa del federalismo, pero también la casa de las causas por la justicia, por la libertad y por la igualdad.

 

Muchísimas gracias a todos.

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