Senado de la República

COORDINACIÓN DE COMUNICACIÓN SOCIAL

Durante el foro “"Las mujeres y la tenencia de la tierra en México", senadores del Partido Acción Nacional se comprometieron a impulsar modificaciones legislativas a fin de mejorar las condiciones para que las mujeres tengan mayores facilidades para adquirir tierras.

 

La senadora Luisa María Calderón Hinojosa y el senador Daniel Ávila Ruiz coincidieron en que la desigualdad de género es una de las principales causas del hambre y de la pobreza en zonas rurales del país.

Calderón Hinojosa dio a conocer que “a partir de mañana nos sentaremos a arrastrar el lápiz” en la Comisión de Reforma Agraria para construir una enmienda  que permita asegurar la adjudicación de tierras a las campesinas, su participación activa en las cooperativas agrarias y se les reconozca ampliamente como productoras.

La titular de la Comisión del ramo recordó que en el proceso de distribución de tierra, los principales adjudicatarios han sido hombres.

“La mayor parte de las leyes directa o indirectamente vinculadas con el acceso a la tierra han excluido explícita o implícitamente a la mujer, o al menos no se ha preocupado por garantizar su acceso al recurso”, aseveró.

Si bien la incorporación de reformas jurídicas y de normas legales que garanticen la igualdad de derechos para hombres y mujeres es una condición necesaria para permitir el acceso de la mujer a la tierra, factores culturales e institucionales condicionan dicha posibilidad, dijo.

Calderón Hinojosa resaltó que a nivel mundial las mujeres constituyen 43 por ciento de la mano de obra agrícola en países en vías de desarrollo.

Y según datos del INEGI de 2015, la población rural en nuestro país es de alrededor de 28 millones de personas de los cuales la mitad son mujeres, indicó.

“Se estima que mientras la contribución de las mujeres y la producción agrícola en América Latina es de 40, su aporte en la producción de alimentos básicos en los países del Caribe llega hasta el 80 por ciento; 43 millones de mujeres rurales en general campesinas sin tierra, analfabetas, desempleadas o subempleadas son la feminización de la pobreza y está de más caracterizarlas con problemas de hambre, desnutrición y enfermedades según la FAO”, señaló.

En ese sentido, Ávila Ruiz comentó que en América Latina 4.5 millones son productoras agropecuarias,  40 por ciento de las mujeres rurales mayores de 15 años no tienen ingresos propios; sólo 30 por ciento de las mujeres rurales son propietarias de tierras agrícolas. Únicamente 10 por ciento de las mujeres rurales tienen acceso a créditos y 5 por ciento a la asistencia técnica.

“Del total de las mujeres rurales ocupadas, el 17 por ciento no recibía ingresos por su trabajo, 31 por ciento solamente recibía hasta un salario mínimo, 28 por ciento percibía entre uno y dos salarios mínimos aproximadamente. Solamente el 20 por ciento ganaba más de dos salarios mínimos en el caso de las mujeres”, agregó.

 

En cuanto a tenencia de la tierra, el senador panista expuso que del total de superficie ejidal o comunal, poco más de 40 millones de hectáreas, la mujer sólo participa con 7.9 por ciento, es decir con 3.2 millones de hectáreas.

“Del total de superficie privada, colonia o pública, que son aproximadamente poco más de 71 millones de hectáreas, las mujeres solamente participan con el 5.7 por ciento, es decir, 4  millones de hectáreas, según el censo agropecuario”, añadió.

La senadora Calderón Hinojosa expuso que el papel de las mujeres resulta clave en el sistema alimentario a pesar de que las condiciones en que desarrollan sus actividades no son las más favorables, lo que reduce su productividad y les genera costos económicos y sociales más amplios.

Por ejemplo, dijo, no pueden firmar directamente contratos de producción, recibir créditos o acceder a ciertos subsidios porque no disponen de un control seguro sobre la tierra.

Si bien --argumentó--  las legislaciones agrarias actuales tienden a orientarse en favor de la mujer rural, aún faltan los instrumentos mediantes los cuales se pueda garantizar efectivamente la adjudicación de tierras a las campesinas, su participación activa en las cooperativas agrarias y su amplio reconocimiento como productoras.

“Ignorar el papel de la campesina como productora conduce a que por un lado ella no exija sus derechos y por el otro, se vea marginada del acceso a la tierra y de todos los servicios asociados con la producción como crédito, asistencia técnica y capacitación”, concluyó.

 

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