Senado de la República

COORDINACIÓN DE COMUNICACIÓN SOCIAL

* Versión de las palabras del presidente de la Comisión de Educación del Senado, Juan Carlos Romero Hicks, al inaugurar la Mesa 5: Reforma Educativa, del segundo día del Seminario “Reformas estructurales: avances y desafíos”

Voy a empezar haciendo un comentario preliminar y no quiero echar a perder la fiesta.

Lo primero que voy a comentar es que esto no es una reforma educativa, es una reforma estructural, sí, pero no es una reforma educativa; no toca el alma de la educación.

Por ejemplo, hay organismos internacionales que nos señalan que para que esto sea una reforma educativa se requieren al menos cuatro elementos, y de los cuatro, solamente dos empiezan a atenderse y dos no están presentes todavía.

¿Qué se requiere para una reforma educativa? Primero, ver el alma del modelo educativo; no es parte de la reforma hasta este momento.

Segundo, el que haya una participación muy activa de la comunidad educativa, de escuela, padres, maestros, alumnos, egresados; tampoco es parte de la reforma.

¿Qué es lo que sí toca? Un tercer elemento que persigue el tener docentes de calidad y un cuarto elemento a través de la propia evaluación. Y en el caso de la docencia, lo que se quiere hacer es un Servicio Profesional Docente.

¿Qué debe contener una reforma educativa? Tenemos que ver el modelo: qué enseñamos, cómo enseñamos, con qué materiales. Y la formación promocional docente está incompleta porque no incluye el paso inicial, que es la formación normal. No se ha tocado el modelo de educación normal y siempre tendremos que preguntarnos ¿para qué enseñamos? ¿Para la ciudadanía, para la vida, para la convivencia, para vivir en un mundo contemporáneo?, en fin.

¿Cómo se originó esto? El primero de diciembre protesta al cargo el presidente Enrique Peña Nieto. El domingo dos se anuncia la creación del Pacto por México; 95 prioridades, cinco grandes ejes. Y el 10 de diciembre, lunes, se hace el primer turno de la reforma pretendidamente educativa ―es el primer paquete―, se manda a la Cámara de Diputados y se quieren modificar dos artículos de la Constitución: primero el artículo tercero, que es el que parte de la sustancia de lo educativo, y el 73, facultando al Congreso de la Unión para legislar en materia del Servicio Profesional Docente.

Entre lo que llega a la Cámara de Diputados, pasa a Senadores y luego a las legislaturas locales del Constituyente Permanente, debo destacar que se hicieron cuatro incorporaciones muy importantes que no venían en la reforma.

La primera crea una docencia, es el derecho a una educación de calidad. Se decía en 18 ocasiones la palabra “calidad” en la iniciativa; sin embargo, no se garantizaba el derecho a una educación de calidad. Esto va a abrir todo un mundo inimaginable, probablemente de litigios y de quejas de otro tipo, porque en este momento un alumno, un profesor, un padre de familia, un directivo podrá levantar la mano y decir: “Yo no puedo” o “No estoy recibiendo una educación de calidad”.

Segundo elemento que tampoco venía era la evaluación obligatoria; venía la evaluación como algo potestativo pero no venía en carácter imperativo.

El tercero es un atavismo ideológico no resuelto en este país y tiene que ver con el tema del monopolio de los contenidos educativos, de forma tal que se pone en la Constitución que los padres de familia y los maestros podrán opinar sobre los planes y programas de estudio.

Hace un momento el doctor Fix comentaba si esto era necesario en la Constitución. No, no era necesario en la Constitución, pero es tal la necesidad de darle visibilidad que se pusieron en la Constitución.

Y finalmente el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, el INEE, se transforma en un órgano autónomo y se diseña un Sistema Nacional de Evaluación.

Junto con esto, en esta modalidad rara de República atípica de hacer transitorios ―y en México no hay nada más permanente que lo transitorio― se mandata en algunos artículos transitorios, que en realidad no deberían estar en la constitución, pero así se consideró para darle mayor fuerza, uno es hacer un Sistema de Información Estadística Educativa porque aunque parezca raro, en ese momento y ahora todavía no sabemos cuántos alumnos, cuántos maestros y cuántas escuelas tenemos. Ese censo no se ha hecho y se le solicita al Inegi que haga un censo al respecto; en Oaxaca, Guerrero y Michoacán todavía no sabemos, y partes de Chiapas.

Segundo, se incluye la autonomía de gestión en las escuelas; tercero, las escuelas de tiempo completo, y luego viene alguna situación extrema para la prohibición de los alimentos nutritivos que, me explicaron los abogados ―unos, porque otros no estaban de acuerdo―, era necesario tenerlo en transitorio para evitar los litigios.

En concreto: ¿en qué consiste la reforma? Uno, nos da como objetivo una educación de calidad. Dos, brazos que tiene, que son la profesionalización docente y la evaluación, y finalmente esto se hace a través de ciertas participaciones.

Lo que vamos a pedirles a los panelistas el día de hoy es que nos vayan comentando si esta fue la estrategia correcta, cuáles son los avances, cuáles son los pendientes, qué requeriría para algunos de nosotros; ésta es apenas una primera generación de reformas administrativo-laborales, pero no llega a ser una reforma educativa, y para eso podemos comentar mucho en su oportunidad.

Y hemos invitado a tres panelistas. El primero turno le corresponderá a don Rodolfo Ramírez. Él es profesor de educación primaria de origen, estudió en la Escuela Nacional de Maestros, luego estudió sociología en la Universidad Nacional; tiene una maestría en Educación en el Cinvestav; fue director de investigación Educativa en la Secretaría de Educación Pública; ha tenido una labor editorial significativa y está trabajando de manera muy activa en el Instituto Belisario Domínguez, que nos apoya aquí en el Senado, como investigador, particularmente en el tema educativo.

Rodolfo, por favor.

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